Eran como las 18:30 y en Queilen ya se había puesto el sol, terminando un día algo frío y con unas cuantas gotas de lluvia que como siempre, e inevitablemente, se dejan caer a diario por esta isla, pensé mientras cruzaba la calle al trote y me dirigía a la cancha 2, demasiado nombre (pensé también) para una amplia pampa abierta que emplaza frente a mi casa interponiéndose entre el mar y yo, y en la que pastan libremente caballos, ovejas, alguna que otra gallina y hasta una vaca vaquera que todas las noches como a las 9 llama furibunda a su ternerito.
La cancha 2, el lugar.
Las 6:30, la hora.
Entrenamiento de rugby, la cita.
Y mi mono que venía preparando su taller de rugby desde hace varias semanas con tanta pasión, con tantas ganas, con tanto talento…. Cómo podía yo dejar de ir?
Y así llegué a paso ligero, esperando encontrar a un montón de chiquillos entusiastas y listos para el partido, tal vez jugando con el balón ávidos por comenzar… Nada más lejano a la realidad, porque ahí estaba mi mono, aperrado como siempre, instalando un foco solitario sobre la camioneta para iluminar un poco la cancha, ayudado por los únicos 3 postulantes a rugbystas que habían llegado hasta el momento ( un par de 3/4 y 1 HUCKER, pensé…tamos bien…) además del Kollong, su perro San Bernardo (que bien nos podía servir de PILAR) y yo po, la polola, que no se bien en que puesto podría jugar pero que al menos hacia número, hueviaba harto, corría otro poco y algo cachaba del juego… uhm… water girl?...en un futuro probablemente…
En fin.
Comenzamos al fin el entrenamiento y llegaron 2 jugadores más, armando un equipo de 8 (contándome a mi y al perro) y nos pusimos a entrenar, y entre pases y fintas, trenzas y sentadillas, entre sudores nacientes y testosteronas estimuladas, entre babas de Kollong y el ruido de las olas cercanas, iluminados por un foco solitario que nos encandilaba y por las estrellas a la distancia, comenzó el taller de mi mono, así, piolita, en una cancha en mal estado y sin H, con medio equipo armado y medio mas por inventar, y con las nubes guatonas cargadas de agua y que nos esperaban inquietas hasta el final del entrenamiento, y yo que me fui antes porque me dio un calambre en un muslo, y el Carlos que no llegó porque se atrasó con la pega, y Marcos concentrado en su papel de coach... así empezamos la historia de LOS TRAUCOS DE CHILOE….
Y como toda historia, la de los TRAUCOS comenzó en un campo lleno de sueños, eso si, en un campo chilote, donde los sueños son fraguados en el frío de la noche y con el aliento del mar, armando asi poesías que, con un dejo de canción, no son mas que las notas de esta historia cantadas por el viento y sopladas en cada ventana, en cada esquina y en cada rincón de este Chiloé mágico que tan amable se rinde ante el aventurero que arriva a la isla seguro y dispuesto a hacer sus sueños realidad.
Bien mono. Vas en camino.Te amo.-